Desde siempre, las nuevas ideas, vengan de donde vengan, han sido el motor creativo del desarrollo de la humanidad. Ejemplos de innovación abierta existen desde hace siglos, incluso antes de llamarse innovación abierta. Podemos encontrar varios ejemplos de cómo los Estados han ofrecido a los ciudadanos la posibilidad de enfrentarse a desafíos públicos clave para llegar a una solución conjunta; pensemos en cómo los ingleses fomentaron el desarrollo técnico-productivo en el apogeo de su imperio o, incluso, cómo en la década de los sesenta Estados Unidos incentivó el desarrollo tecnológico hacia la carrera espacial. Esta lógica de afrontar los problemas tiene un gran potencial para ser aplicada al sector público, y desde el Laboratorio de Gobierno hemos tomado esta oportunidad desde el año 2015. Desarrollar procesos de innovación abierta dentro del Estado no es solo una buena práctica que democratiza la manera de resolver los conflictos que una sociedad tiene, sino que implica hacer una apuesta por la inteligencia colectiva que reside en los emprendedores, académicos, PYMES, estudiantes, ONG, funcionarios y cualquier ciudadano, por lejos que estén de las estructuras de poder y, pueden tener la respuesta a un desafío público. Esta respuesta, con un proceso de acompañamiento, financiamiento y selección rigurosa, puede transformarse en una solución real, simple, pertinente, barata y rápida de implementar. Entre las múltiples ventajas de desarrollar un concurso de innovación abierta —en las que profundizaremos más adelante en este documento— hay una que es central y que creemos que es parte del imperativo moral de la nueva manera de hacer gestión pública. Nos referimos a la oportunidad que tiene el Estado de acceder a soluciones que antes no conocía, considerando que toda institución pública debe estar alerta a implementar los mejores productos o servicios para enriquecer la calidad de vida de las personas. Es por esto que, a partir del aprendizaje de los concursos Impacta y AULAB del Laboratorio de Gobierno, hemos querido sistematizar estas experiencias de innovación abierta, empaquetar la metodología y el modelo que hemos diseñado para el Estado chileno, y ponernos a disposición de cualquier institución o funcionario público que crea en el valor de abrir el Estado al talento que está fuera de los organismos públicos. Los invitamos a leer esta Guía para transformar el Estado chilenocon mucha atención. Contiene herramientas flexibles que serán útiles, dependiendo de los objetivos y el alcance que quieran darle al concurso de innovación abierta que impulsen en su institución.